viernes, 1 de abril de 2016

PAUL BOWLES: CARTAS

CARTAS DE PAUL BOWLES


A principios de 1980 traduje para los suplementos culturales de Siempre y Unomásuno, y para Nexos, seis cuentos de Paul Bowles; durante esta época sostuve con el autor una pequeña correspondencia que ahora muestro, acaso incompleta (tengo la idea de hubo otra carta, que andaría extraviada o prestada por ahí).
         Bowles fue amable y generoso con su espontáneo traductor, y aceptó que no se le pagaran regalías. Rara vez se pagaban entonces en nuestro periodismo cultural. Mis traducciones recibieron la paga simbólica de siempre.
         Después de mayo no encontré editor dispuesto a publicar más traducciones de los cuentos de Bowles, y la correspondencia se suspendió. Luego vino el boom editorial y cinematográfico del autor de El cielo protector.
         No conservo copias de mis cartas. Las cartas de Bowles a veces están en inglés y a ratos en castellano, como se anota.
         Acaso den más luz sobre el tema Bowles y México, ahora que es un autor tan conocido en lengua española. En 1980 no lo era, salvo una remota traducción argentina de El cielo protector, en los cincuentas.
         La primera vez que compré un libro de Bowles, en Boston (1979), fue por chisme: quería saber quién era ese Paul Bowles que le había dado su apellido a la Sally Bowles de la novela de Isherwood (Adiós a Berlín.)
José Joaquín Blanco

I.
[MITAD EN CASTELLANO, MITAD EN INGLÉS]
Tánger, 6 de febrero de 1980
Estimado señor Blanco:
         Sí, leo en español, pero entre leer y escribir hay una gran distancia, desgraciadamente. Sabiendo que Ud. lee el inglés con más facilidad que yo el español, no debería ni tratar de escribir esta carta así. De todos modos, si veo que no llego a expresarme claramente, me queda siempre la posibilidad de cambiar de idioma y terminar en el mío, no sintiendo ninguna vergüenza.
         Va sin decir que me encantaría saber que existen buenas versiones castellanas de mis cuentos. Le estoy agradecido de haber mandado Tapiama [traducción recién aparecida en el suplemento de Siempre], que me parece un reflejo estilístico fiel y vivo del original. (Hay algunos detalles sobre los cuales no estoy de acuerdo. No sé si le interese, pero aquí sigue la lista: página xii, columna 1, párrafo 6, línea 2: “the law of diminishing returns” se traduciría literalmente: la ley de las ganancias que se van disminuyendo. “Returns” en el sentido de “reembolsos”. Página XIV, col. 3, par. 5, línea 2: “went over that” se refiere a las ruedas de un carro de tren cargado de plátanos. Sesenta toneladas de bananos no podrían “caer” sobre una pierna. Página XIV, col. 2, par. 8, línea 6: Tal vez hubiera sido más exacto si yo hubiera escrito “the macchine’s running backwards”. No es la descripción de una sensación subjetiva del protagonista, sino la constatación de un fenómeno observado desde cierta distancia. Página XV, col. 1. par. 2, línea 2: Lo que [se] está diciendo aquí tiene el sentido de: Si solamente puedo aguantar. Página XV, col. 2. par. 2, línea 1: No otra copita. Una copita. Página XV, col. 3, par. 4, línea 2: ¿Por qué ha Ud. cambiado cerdos en cabrones? El soldado se está acordando de una escena infantil, traumática, la matanza de unos cerdos en su aldea. Página XV, col. 1, par. 2. línea 9: “six days up the Tupurú” se refiere a una viaje de seis días por el Río Tupurú. (La acción pasa en algún país de Sudamérica.)
         Tengo una última sugestión. Estoy totalmente contra la idea de cambiar “a talking bird” en un loro, y le diré por qué. La palabra loro invoca inevitablemente la imagen de algo brillante, algo verde y amarillo ahí arriba en las ramas. Pero quiero presentar el pájaro únicamente en términos auditivos, no visuales. No es un loro; hay pájaros que pronuncian palabras raras sin ser loros, ni guacamayas, ni cotorros. He escuchado durante horas a los cuervos enormes de Sri Lanka hablando entre ellos, o por lo menos emitiendo sonidos que tienen la forma de palabras humanas. Desde el momento en que se emplea la palabra loro, la presentación se vuelve visual. Se oye su voz solamente. [Hasta aquí el español en la carta de Bowles].
         Pasemos ahora al inglés. Si he dedicado tanto espacio a las sugerencias y correcciones que podrían ser incorporadas a su texto, sólo es porque aprecio su excelencia; de otro modo, simplemente le habría dado las gracias y me habría olvidado de ello. Pero si usted se propone traducir otros cuentos míos, lo que deseo mucho, me pregunto si a usted le molestaría dejarme ver las traducciones antes de entregarlas a la prensa. Siempre hay pequeños malentendidos que si se les deja pueden dañar la obra, pero que fácilmente pueden ponerse en claro. Para mí, la exactitud es el sine qua non de cualquier arte.
         En todo caso, estoy profundamente agradecido con usted por enviarme un ejemplar de La Cultura en México, y por haberme demostrado que son posibles las buenas traducciones de mi obra en español. (Hasta la fecha, no he tenido la mejor de las suertes con mis traductores a ese idioma, en Argentina y España).
         Espero contar pronto con noticias suyas,
         Sinceramente,
         Paul Bowles.
II.
[MITAD EN CASTELLANO, MITAD EN INGLÉS]
Tánger, 29 de febrero de 1980
Estimado señor Blanco:
Su mensaje del veinte de febrero ha llegado ayer, junto con Un episodio lejano [que se publicaría en Sábado]; estuve muy contento de leer el cuento en su nueva forma. (Otro idioma da otra forma; nuevas palabras hacen ecos distintos.) Me quedé muy satisfecho con el resultado; es una gran suerte para mí tener alguien como Ud., que no solamente quiere, pero también puede, traducir mis cuentos. El castellano es uno de los pocos idiomas que puedo leer (aunque no escribir), y va sin decir que tengo mucho interés en saber que existe una persona capaz de transformar mi obra.
         Hablamos de Un episodio distante. Primero tengo un gran favor que pedirle: cambiar la ortografía de la palabra qahouaji. Cuando el cuento fue republicado en 1972 por Ecco Press emplearon el proceso offset, de modo que no fue posible corregir la ortografía de la edición original de Random House. Y cuando aparecieron The Collected Stories, las pruebas se perdieron, y así otra vez tuve que dejar el error. Todo eso es mi culpa y data de 1945, cuando escribí el cuento, no habiendo estado en África del Norte desde 1934. En esos años mi memoria auditiva debe de haberse vuelto defectuosa. Desgraciadamente, la palabra aparece con bastante frecuencia en el cuento; me parece que la he contado 23 veces.
         página 7, párrafo 2, línea 9: “el ruido de su chorro etc.” To listen no implica to hear. El sentido aquí es listened (for), but heard nothing. Claro que no puede oír nada: la distancia vertical es grande. Tal vez en español hay la necesidad de añadir algo que dé a comprender que escucha sin oír ningún sonido.
         página 7, párrafo 1, línea 15: El sentido de sinister en este caso queda más cerca de amenazador que de “horrible” Me guardo contra [me opongo a] el empleo de esta última palabra.
         página 12, par. 1, línea 14: Aquí hay un error debido a su visión. Creo que haya leído panting como painting —y de ahí llegó a “dibujar cosas en la arena”.
         En la última línea, en la página 13, no sé si comprendo la repetición de la palabra “brincoteo”. ¿Apoya a la imagen, o la aumenta? Esta no es ni siquiera una sugestión: es una cuestión, nada más.
         Pues mil gracias por su versión española. [Termina el texto en castellano; la carta sigue en inglés.]
         Ahora, para terminar la carta sin tener que estar pensando en errores de gramática y ortografía, déjeme agradecerle por los tres libros que tuvo la amabilidad de enviarme. La novela y el libro crítico sobre poesía mexicana los leeré con calma; el más pequeño de los tres [Ojos que da pánico soñar] lo leí anoche. Estoy de acuerdo con todo lo que usted dice —excepto que me pregunto si el presente estado permisivo de cosas en los Estados Unidos va a durar. Me parece demasiado probable que sobrevenga una oleada de encarnizada represión tarde o temprano, cuando podremos ver soluciones drásticas mucho más salvajes que las que ha practicado la Unión Soviética. Estoy pensando, desde luego, en una época de reacción política contra lo que la Derecha considera los excesos de la democracia. ¿De veras considera usted que la actual libertad va a continuar indefinidamente, e incluso transformar la escena mexicana en un facsímil de la escena norteamericana? Me parece que el apoyo personal a una causa tan impopular [los derechos de los gay] envuelve el peligro de poner en riesgo hasta la propia vida personal. Los archivos están retacados de detalles de los que en cualquier momento puede apoderarse esa gente que luce condecoraciones policiacas, para posteriormente usarlos como pruebas en juicios masivos.  El estado de cosas en los Estados Unidos es demasiado caótico como para que dure mucho tiempo, o eso me parece desde aquí. (No he estado en los Estados Unidos durante 11 años.)
         Me intrigan los timbres de su sobre. Uno dice 50. ¿Son 50 centavos o 50 pesos? ¿Puede costar 350 pesos mandar ese paquete? Supongo que tal es el caso, pues 3.50 no sería suficiente. Pero entonces parece que ha ocurrido una enorme devaluación desde que yo estuve por allá, cuando a uno le daban 4 pesos 75 centavos por un dólar, y uno podía tomar un taxi en cualquier sitio, entre San Juan de Letrán y el Zócalo, por un tostón. No he seguido las fluctuaciones de la moneda mexicana; he andado demasiado ocupado durante los últimos 35 años con los caprichos de las monedas locales: francos, pesetas, libras y dirhanns.
         Considero un gran golpe de suerte el que usted me haya escrito, y espero que lo siga haciendo. Grandes saludos.
         Paul Bowles.
        
III.
[EN INGLÉS]
Tánger, 2 de marzo de 1980
Querido José Joaquín Blanco:
En mi prisa por enviarle lo más rápidamente posible las correcciones a Un episodio lejano (en caso de que no fuera demasiado tarde para que usted las incorporara al escrito que envió a la revista), dejé de comentar algunos de los puntos de su carta.
         Me divierte que usted haya tomado pigs por seres humanos. Hasta donde sé, sólo en las pasadas dos décadas se ha usado en los Estados Unidos esa palabra para nombrar a los miembros de la policía, y la expresión no se generalizó sino hasta mediados de los años sesenta. ¡Cuando escribí Tapiama en Londres, en 1957, desde luego no la había oído usar en tal sentido! Ni yo ni nadie. ¡Es un ejemplo de cómo el paso del tiempo puede dar lugar a imprevistas interpretaciones de un texto!
         Sobre el pájaro parlante. Supongo que lo que yo me habría imaginado, si se hubiese tratado de algo visible, habría sido tal vez un tucán. Pero jamás se me ocurrió, hasta la decisión de Ud. de convertirlo en loro. Puedo entender que la reacción de un mexicano a la palabra “loro” no es una visual, una que contenga amarillo y verde, sino, como dice usted, una reacción determinada por su uso característico del lenguaje humano. Así que todo quedó arreglado.
         Me gusta que usted admire tanto a Borges como yo. En 1945 Victoria Ocampo estaba en Nueva York, y me regaló un ejemplar que acababa de publicar en las Ediciones Sur. Era El jardín de los senderos que se bifurcan, algunos de cuyos cuentos yo ya había leído en Sur. Me puse a traducir Las ruinas circulares, y publiqué mi traducción ese mismo año, en View, en Nueva York. Tres años más tarde, en Fez, cuando escribí un cuento para una pequeña revista de París (Zero), le rendí homenaje a Borges titulándolo The Circular Valley. (No se trató de una forma muy directa de expresar admiración, lo admito.)
         Cuando usted habla de su deseo de “conectar la brutalidad de cuentos como The Delicate Prey o If I Should Open my Mouth” con Fräulein Windling, supongo que quiere decir que usted encuentra discrepancia en sus respectivos puntos de vista.  Pero no hay diferencia. Desde luego, no puedo probar mi afirmación, mientras que usted sin duda podría añadir pruebas convincentes de lo contrario.
         Su estudio de las varias formas de violencia, particularmente lo que usted llama “las minucias eróticas, morales y mentales”, promete irse enriqueciendo.
         Mis mejores saludos.
         Paul Bowles.

IV.
[TODA LA CARTA EN CASTELLANO]
Tánger, 24 de marzo de 1980
Estimado José Joaquín Blanco:
Recibí su sobre esta tarde, con The Delicate Prey [que aparecería en Nexos como “La caza tierna”] y las fotografías [de Lola Álvarez Bravo; Bowles ilustraría uno de sus libros con fotografías de Lola: She woke me up so I killed her]. Hay algunas de toda belleza; la de Eronguarícuaro es maravillosa. Mil gracias.
         Verdaderamente no hay nada que corregir en la traducción del cuento. Es excelente; tenía la impresión de que lo estaba leyendo en inglés, todo corre tan limpiamente. (Hay dos puntos, uno en la primera página, segundo párrafo, sexta línea: guerra del Sarrho; el otro en la décima página, primer párrafo, octava línea: Sidi Ahmed... a partir de eso, nada.) (El Sarrho es una región montañosa en el sur de Marruecos, sus habitantes [fueron] los últimos en rendir sus armas a los franceses en 1936. Sidi es la forma posesiva, primera persona, de síyid. Como decir Mi Cid, o más bien: el mío Cid.
         Sobre el título, no sé. Creo que la palabra caza es preferible a presa, y tal vez la palabra tierna estaría más cerca de lo que buscamos que la palabra frágil, que no se aplica a la comida. (Todos, menos el Moungari, pensaban en términos de comer carne tierna; eso era la presa delicada, claro. Tierna está más cerca del pensamiento de los protagonistas que delicada, pero quería evitarlo en inglés cuando lo escribí, prefiriendo delicada.  En español, ¿por que no tierna, La caza tierna? Hay que decírme[lo]. Si hay una “idea” en el cuento, es que la caza clásica del hombre es el hombre mismo. Aquí los tíos hablan de gacelas. El Moungari está pensando en la caza clásica. (Gacela se aplica a los adolescentes de ambos sexos). Nadie trae esa carne tierna, pero el Mougari, quien ha cogido la caza clásica, ha derribado la presa delicada también: ha comido carne tierna, so to speak...
         Tapiama: las frases sobre la libertad: “The question of freedom...” Quería decir: pasando cierto punto, entre más invierte uno, menos saca. Más esperas, menos recibes. Mejor no desearla. Y además, piensa, ¿qué es la libertad?, etc.  No es tan gran cosa. La libertad corta los cables, y lo deja a uno a merced de las olas, flotando. Eso era más o menos el sentido del pasaje.
         Ha solucionado Ud. el problema del pájaro de una manera ideal, y tan sencilla [ni loro ni “pájaro parlante”: sólo “un pájaro dijo una especie de palabras”]. Podría ser suprimida la palabra talking hasta en la versión inglesa.
         Estoy completamente de acuerdo con Ud. sobre el efecto terapéutico que puede tener el acto de traducir. He hecho traducciones del francés y del italiano mucho antes de empezar a escribir cuentos. Es buen entrenamiento para cualquier[a]. Llega uno a conocer todas (exagero: muchas, de todas maneras) las veredas dentro del lenguaje; más tarde, cuando [uno] está solo con su propio trabajo, no se pierde.
         Lo que dice usted sobre la música también es exacto. Me gustaría mandarle una cassette con mi propia música; la idea me ha venido cuando le he escrito que todo viene del mismo lugar y todo es igual. De ahí he saltado a la música, reflexionando que lo mismo se aplicaba a ella. El mismo tema, tratado de diversas maneras, atacado de varias facetas, da resultados y produce efectos enteramente diversos. El sujeto, así como el “estilo” quedan siempre iguales, pero lo que parece “decir” la música puede ser cada vez distinto. Y sin construir analogías indeseables entre música y literatura, puedo afirmar que en este caso la relación entre tema y tratamiento queda igual en música y literatura.
         Pues bravo por la traducción, y espero tener más noticias cuando [nuevas traducciones] se acumulen. Y gracias por las fotografías [de Lola] de un México [de los años cuarenta] que corresponde con mis recuerdos.
         Con mis mejores saludos,
         Paul Bowles.

V. [EN ESPAÑOL]
Tánger, 29 de abril de 1980
Estimado señor Blanco:
El sobre con Sábado [con Un Episodio distante] y los tres cuentos [que se publicarían en Siempre: Doña Faustina, Bajo el cielo, El señor Ong y el señor Ha, todos de tema mexicano] llegó ayer. Gracias, y sobre todo felicitaciones. Es extraordinario hacer traducciones tan esmeradas y exactas con tanta rapidez. (A veces tengo la impresión, durante la lectura, de leer mi propia versión en inglés, o de haber escrito el original en español. Hablo de los tres cuentos mexicanos que recibí ayer.)
         ¿Entonces The Delicate Prey puede tener como título La caza tierna? Me alegro. Sobre “luciérnagas” y “escarabajos”. Tal vez hay que emplear luciérnagas. No quería emplear la palabra porque veía una diferencia entre las luciérnagas de Europa y las de México. Y claro, luciérnaga es en inglés firefly.  Cuando los examinaba, los insectos de México me parecían más cerca del escarabajo que de la mosca, pero no soy entomólogo: si “escarabajo” parece presentar problemas, no hay ninguna razón para insistir en la palabra.
         Cuando escribí sagging bed tenía la imagen de un colchón informe tendido sobre un lecho de resortes rotos e inflexibles por un lado. Pitcher aquí se llamaría garrafa o cántaro. ¿No es igual en México? La vela estaba atrás de la garrafa; son dos objetos distintos.
         Sobre “fonda”: supongo que hay que emplear una palabra que se comprenda en México. Sin embargo, mi diccionario da como traducción hotel, inn, tavern, lodging-house. ¿Por qué no “pensión”? (En Andalucía, el marroquí fondouq, donde animales y personas pasan la noche, se ha convertido en “fonda”, y extiende las mismas facilidades; la palabra era común hace pocos años.)
         Cuando he escrito vultures, naturalmente estaba pensando en zopilotes, pero no quería emplear buzzards, que es la traducción exacta de zopilotes, porque hay buzzards en los E. E. U. U. y los de México me parecían más grandes. ¡Finalmente van a ser zopilotes!
         Tal vez para las marimbas se podría emplear solamente ronroneo, sin “tintineo”. Claro que los dos juntos no suenan muy bien, pero ronroneo podría arreglar el asunto, creo. El sonido viene de lejos.
         Hay algunos detalles que me preocupan: En la página 6 de “El señor Ong”, último párrafo, línea 2: hay “en gran medida”, y al final de la línea hay “los grandes árboles”. ¿No sería posible cambiar “en gran medida”, empleando la palabra únicamente para la cosa visual?
         Desgraciadamente la palabra niche se traduce en el nombre del protagonista del cuento [Nicho]. Una cosa que no se me había ocurrido. ¿Cómo podemos resolver eso? ¿Hay otra palabra, como hueco, hoyo o boquete? No sé. Estoy pensando en las palabras que emplearía aquí. Cualquier palabra que no sea “nicho”.
         En la página 15 del mismo texto, párrafo 4, por “la tormenta” se comprende “el trueno”. El gemido de la tormenta, ¿podría ser el sonido del viento en los árboles, o la lluvia, no?  Pregunto porque no sé.
         Página 21, par. 1, línea 2: /gran nube blanca (?).
         Página 22, par. 5, línea 2: No debería ser el imperativo. Luz no le está diciendo que no debe tener miedo; le está diciendo que ella sabe que no tiene miedo. Cómo: ¡tú no les tienes miedo!
         Acabo de constatar que en Un episodio distante hay un error: carbide lamp ha salido una “lámpara de petróleo”. Pero no había lámparas de petróleo en el Sahara: eran de carburo, y daban un olor de azufre.
         [Lo siguiente en inglés:] Quiero salir de esto de inmediato, así que pongo punto final.
         Mis mejores saludos.
         Paul Bowles.

VI. [EN ESPAÑOL]
Tánger, 13 de junio de 1980
Estimado señor Blanco:
Muchísimas gracias por las dos revistas [Nexos, Siempre] llevando cuentos míos; he releído las tres narraciones mexicanas. Suenan muy bien, como si hubieran sido escritas en español. Una gran satisfacción para mí, ver mis cuentos vertidos al castellano, y ver, además, que les cae[n] bien [las presentamos muy elogiosamente en ambas publicaciones.]
         No se me había ocurrido que había tantos cuentos mexicanos, pero claro que hay varios: The Scorpion, Under the Sky, The Circular Valley, Paster Dowe at Tacate, Señor Ong and Señor Ha y Doña Faustina.
         Estoy esperando la llegada de una docena de estudiantes de los E. E. U. U. Vienen para asistir a unas clases que tengo que dar sobre la narrativa. (Creo que llegan sobre todo para estar en Tánger las seis semanas que dura el curso.) Ya tengo varios manuscritos que me mandaron. La idea de dar instrucción no me atrae de ninguna manera, ¡pero el trabajo me ayudará en mi lucha contra la inflación!
         Gracias. Y hasta luego.
         Paul Bowles.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos de los autores que más me han sorprendido,en diálogo. Bowles y J.J. Blanco.Lástima que no hubiera mas intercambio epistolar (supongo), una sorpresa encontrar tu blog querido José Joaquín y un gusto seguir leyéndote.

Ricardo Moyano dijo...

Que buenas cartas y que desconocidas. Al final se impuso Delicada presa...